Los estilos o hábitos de vida saludables son comportamientos que cada persona desarrolla en su vida cotidiana, que tienen un efecto positivo en el bienestar físico, mental y social. Su mayor o menor presencia tiene repercusión en la promoción de la salud y en el envejecimiento saludable, siendo buenos indicadores para la prevención de enfermedades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define estilos de vida saludables como «la interacción entre las condiciones de vida en un sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores socioculturales y características personales».
Y es que la salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social, que está directamente relacionado con unos hábitos de vida saludables.
Manteniendo el peso a raya. El exceso de grasa corporal puede sobrecargar el corazón, los huesos y los músculos.
Algunos consejos:
Siempre de manera adaptada a las capacidades de cada persona. El ejercicio fortalece los huesos, tonifica los músculos, mejora la flexibilidad y la coordinación y mantiene el corazón y los pulmones en forma. Todo ello, además, mejora el bienestar emocional de las personas e influye de manera positiva en las relaciones sociales.
La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social, relacionado con diferentes hábitos de vida saludables
Dormir bien y un mínimo de horas, entre 7 y 8 horas dependiendo de la persona, es necesario para que el cuerpo y el cerebro descansen y se preparen para afrontar un nuevo día. La deficiencia de sueño puede provocar fatiga, agotamiento y somnolencia, impidiendo que pensemos con claridad para tomar decisiones y manejar las emociones.
El insomnio, la apnea del sueño y el síndrome de las piernas inquietas son los principales trastornos que impiden un sueño reparador y, si no se tratan correctamente, pueden aumentar el riesgo de padecer problemas cardiacos.
Algunos consejos para una buena calidad del sueño:
Tener una vida social activa, sobre todo a medida que vamos cumpliendo años, nos ayudará a levantarnos todas las mañanas con la energía necesaria para afrontar nuevos retos y proyectos vitales. Relacionarnos con personas afines estimula las funciones cognitivas y reduce el riesgo de sufrir depresión. Además, compartir conocimientos y experiencias enriquecedoras mejora las habilidades comunicativas y la autoestima.
Ante la vida ayuda a las personas a resolver conflictos, mediante la búsqueda de soluciones constructivas.
Tener una buena higiene corporal y cuidar la imagen ayuda a las personas a prevenir enfermedades y malos olores, pero también a mejorar la autoestima.
Trabajo, familia, relaciones personales… Experimentar estrés en momentos puntuales es habitual. Pero no puede ser constante en el tiempo ni demasiado intenso, porque puede derivar en problemas más serios de salud como insomnio, dolencias de estómago, cambios de humor, ansiedad, etc. Cada persona debe aprender a detectar los principales desencadenantes del estrés y cómo gestionarlos.