La salud es mucho más que la ausencia de enfermedades. Tener un buen estado de salud implica estar bien física, mental y socialmente. Respecto a la salud mental, hay que señalar que afecta a tres esferas vitales de la persona: emocional, psicológica y social.
Concretamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.
De esta manera, la salud mental afecta a la forma en la que pensamos, sentimos y actuamos cuando nos enfrentamos a diferentes situaciones de la vida, tanto complejas como cotidianas. También afecta a la gestión de las emociones, que debe ser adecuada y proporcionada; al mantenimiento de relaciones saludables con los demás, basadas en el respeto y la confianza mutua; a la toma de decisiones de una manera autónoma y a la contribución de cada persona a la sociedad, a través del trabajo, experiencia personal, etc.
A lo largo de nuestra vida podemos experimentar diferentes situaciones individuales, sociales o estructurales, que pueden fortalecer o erosionar nuestra salud y desencadenar un trastorno mental.
Los principales factores de riesgo pueden resumirse en:
Tener episodios de tristeza o malestar por sucesos concretos en un momento determinado, no siempre es indicativo de tener un trastorno mental. Su detección puede resultar complejo.
No obstante, si una persona experimenta uno o varios de estos síntomas, que se agudizan y perduran en el tiempo, debe buscar ayuda profesional.
El abordaje de la salud mental se ha convertido en uno de los retos más importantes del Sistema Nacional de Salud (SNS), especialmente tras la crisis sanitaria provocada por el COVID-19. La pandemia incrementó la prevalencia de trastornos como la ansiedad o la depresión y agravó otras patologías mentales existentes.
En este contexto, el Ministerio de Sanidad ha implementado la Estrategia de Salud Mental 2022-2026, que promueve un modelo de atención integral y comunitario, con el objetivo de favorecer la recuperación e inclusión social.
De esta manera, la estrategia no solo busca reducir los síntomas de un trastorno diagnosticado, sino que el paciente retome su vida normal en todas las áreas (familia, trabajo, estudios, vida social, etc.). Por lo tanto, la recuperación de la salud mental se concibe como un proceso único para cada persona, en el que se establece una relación de colaboración con el profesional sanitario para crear conjuntamente planes de tratamiento.
Entre las principales iniciativas dirigidas a las personas mayores destacan:
Cuidar la salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la vejez.