La autonomía de la persona y la capacidad de valerse por sí misma son claves para diferenciar entre discapacidad y dependencia. Si no hay autonomía, hay dependencia.
De esta manera, una persona puede tener una discapacidad sin que necesariamente exista una situación de dependencia. Todo dependerá del tipo de discapacidad y su grado.
Por otra parte, una persona es dependiente cuando necesita ayuda de una o varias personas para desarrollar las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) y/o de otros apoyos para su autonomía personal.
La línea que separa ambas situaciones en una persona puede ser muy fina, pero dependencia y discapacidad son dos términos que no pueden ni deben utilizarse de forma indistinta o como sinónimos. Debemos utilizarlos de manera correcta para ajustarnos a la realidad de cada persona en las diferentes etapas de la vida.
¿Conoces la diferencia entre dependencia y discapacidad?
Para despejar dudas, explicamos de manera sencilla y práctica qué es dependencia y qué es discapacidad:
Es la situación permanente en la que se encuentran las personas que, por edad, enfermedad, discapacidad, etc., han perdido parte o toda su autonomía física, mental, intelectual o sensorial. Como consecuencia, necesitan la ayuda de una o varias personas para su cuidado personal, realizar las tareas domésticas, tener una movilidad básica, reconocer personas y objetos, orientarse, etc.
Es el resultado de la interacción entre las deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales permanentes de una persona y las diversas barreras del entorno, que pueden limitar sus actividades y su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones que los demás ciudadanos.
Cuando la interacción entre la persona con discapacidad y su entorno provoca la pérdida de autonomía, nos encontraremos con la aparición de una situación de dependencia.
Elementos en común
A pesar de lo expuesto, también tienen elementos en común:
- Tanto la discapacidad como la dependencia puede afectar a personas de todas las edades.
- Se trata de personas vulnerables que, por encima de todo, tienen derecho a tomar sus propias decisiones, siempre que su capacidad cognitiva lo permita, y a disponer de los apoyos necesarios para tener una vida lo más autónoma e independiente posible.
- Igualmente, tienen derecho a participar de manera plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones que el resto de los ciudadanos.